La cultura es una construcción que se revalúa constantemente. El cada vez más creciente número de ONGs, movimientos e iniciativas ciudadanas, actores políticos con una definida agenda animalista, y estados que progresivamente vienen ampliando el alcance de la normativa en protección y bienestar animal, da cuenta de un proceso de transformación del que surge un nuevo paradigma cultural incompatible con la crueldad y más a tono con el respeto por la naturaleza y los animales no humanos como seres inherentes a la misma.