¿Sabías que el actual precio de la carne, los lácteos y los huevos en realidad NO ES SU PRECIO REAL?

La Coalición TAPP (True Animal Protein Price) o coalición para fijar el precio del carbono en los alimentos es un conjunto de organizaciones internacionales que tiene como objetivo aplicar un impuesto a la carne y a los lácteos y, al mismo tiempo, reducir los impuestos en los alimentos saludables. 

Los niveles más bajos de consumo de proteína animal no solo mejorarán la salud pública de los países con mayor consumo per cápita y, por lo tanto, reducirán los gastos en salud, sino que simultáneamente reducirán las emisiones globales de gases de efecto invernadero y la pérdida de biodiversidad, entre otros efectos.  Si el consumo mundial de carne y lácteos se expandiera a niveles más altos de los actuales, será imposible evitar que las temperaturas globales aumenten hasta niveles peligrosos (como ya lo estamos viendo).

La producción de carne y lácteos representa al menos el 14,5% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y se prevé que represente hasta el 81% del presupuesto de emisiones con el aumento en 1,5 °C para el año 2050, si el consumo continúa así.

Aquí puedes leer la carta que la Coalición TAPP enviará a los 50 Estados Miembros (35 de la OCDE y otros 15 países) que participan en la Cumbre de Sistemas Alimentarios de las Naciones Unidas, la Conferencia de Biodiversidad del CDB y la Conferencia de Cambio Climático (COP 26) en 2021.

  • 4° lugar: Argentina
  • 16° lugar: Chile
  • 41° lugar: México
  • 48° lugar: Colombia

¿Qué se les pide?

  1. Anunciar públicamente el impuesto del carbono de la carne y los lácteos o iniciar estudios de viabilidad.  De esta manera, se puede lograr un sistema alimentario saludable y sostenible, que proporcione alimentos nutritivos para todas y todos dentro de los objetivos climáticos del Acuerdo de París, los límites planetarios y las pautas dietéticas.
  2. Utilizar los ingresos de los precios más altos de la carne y lácteos (impuestos) para compensar a los grupos de bajos ingresos. Por ejemplo, reduciendo los impuestos para los alimentos bajos en carbono (verduras, frutas, alimentos en base a vegetales en general) y compensando a los agricultores con subvenciones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, otras emisiones o el ganado para consumo humano.

En los países con mayor consumo per cápita los niveles de consumo de carne están por encima de las pautas de salud dietética y superan las pautas para el consumo de alimentos que tienen en cuenta los límites planetarios: la Comisión EAT Lancet recomendó un consumo máximo de 300 gramos por semana, sumando hasta 16 kg de carne per cápita al año [1]. 

Los países con un nivel de consumo de carne por encima de las pautas de salud deben tomar la iniciativa de reducir el consumo de carne.  Reducir el consumo de carne y lácteos per cápita en los 50 países desarrollados cuyos niveles de consumo de carne per cápita son los más altos se ha convertido en un imperativo para la salud humana y planetaria.

Beneficios para la salud y el medio ambiente

Por una parte, el consumo excesivo de carne aumenta los riesgos de enfermedades no transmisoras como los accidentes cerebrovasculares, la diabetes tipo 2, el cáncer y mayores riesgos de obesidad. Para reducir tales riesgos y que disminuyan los costos de atención médica relacionados con las dietas poco saludables, la OMS y el Banco Mundial aconsejaron a todas las naciones que graven los productos alimenticios poco saludables como el azúcar y la carne procesada [2]. Por lo tanto, gravar la carne o los lácteos también ayudará a reducir el consumo excesivo.

El consumo de carne y lácteos, por otra parte, causa casi el 60% de la pérdida de biodiversidad mundial; es la principal causa de deforestación tropical (informes WWF Reino Unido [3], Chatham House [4]).  Las políticas para reducir el consumo de carne y lácteos (como las políticas fiscales) también son necesarias para la protección de la naturaleza y los objetivos climáticos. La FAO aconseja incentivos financieros y otras políticas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector ganadero [5].  La forma habitual de consumir proteína animal es incompatible con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el Acuerdo de París y otros objetivos internacionales críticos.  Los países con un consumo de carne superior a las directrices sanitarias deberían tomar la iniciativa en la reducción del consumo de carne.  Este no es solo el llamado a la acción en los informes recientes del IPCC [6] y el informe de la Comisión Eat / Lancet, sino también el llamado del PNUMA y de la Comisión de la UE para cambiar a dietas basadas en plantas.

Soluciones

Por ello, al igual que los combustibles fósiles, el tabaco, el azúcar y el alcohol, se recomiendan futuros impuestos sobre la carne. De manera similar a los productos mencionados que dañan nuestra salud o ecosistemas, se debe fijar un precio (carbono) a la carne y los lácteos, preferiblemente a nivel del consumidor (por ejemplo, $1.800-$3.700 pesos por kg de carne, relacionado con los costos de emisiones o aumento del IVA).  De esta manera, se pueden reducir los costos futuros de salud o ambientales. 

Las políticas adicionales recomendadas, idealmente combinadas, son: reducir los impuestos a las verduras, frutas y alimentos en base a vegetales (o introducir subsidios para comidas / almuerzos saludables), pagar a los agricultores por reducir las emisiones de GEI, compensar a los grupos de bajos ingresos y ayudar a los países de bajos ingresos a adaptarse al cambio climático y proteger los bosques.

Los costos de estas políticas adicionales serían cubiertos por los ingresos recaudados con el impuesto sobre el carbono a los alimentos.  Un impuesto al consumidor por el precio real de la carne significa que los consumidores pagarán los costos externos del consumo de carne, como los costos de las emisiones de gases de efecto invernadero, la contaminación o la salud pública.  Este impuesto se puede cobrar en el supermercado, los locales de venta, las carnicerías, el matadero y el importador de carne. La implementación es legal y técnicamente posible, según estudios del gobierno alemán y holandés.  Además, también se puede considerar la inclusión del sector cárnico/lácteo en los esquemas de comercio de emisiones de carbono.

Ventajas para los países

Los costos de la atención médica bajarán cuando los consumidores consuman alimentos más saludables y menos carne, de acuerdo con las pautas dietéticas. Solo en Europa, los presupuestos sanitarios se reducirán en 9.000 millones de euros al año si se introducen impuestos sobre la carne roja y procesada [7]. En un informe de la Universidad de Oxford, se establece cuánto puede ahorrar su país en costos de atención médica y cuántas vidas y pacientes se pueden salvar [8].

Una población mayoritaria (55-70%) de los países de Europa Occidental apoya los impuestos al consumidor sobre la carne, siempre que, a cambio, los ingresos fiscales se usen para abaratar los alimentos saludables y compensar a los agricultores [9]. Por tanto, los impuestos sobre la carne son opciones políticas efectivas y económicas para resolver los desafíos climáticos y de salud [8, 10].

Al respecto, diferentes países ya decidieron introducir o aumentar los impuestos a la carne (y lácteos) o están muy cerca de hacerlo:

  • Nueva Zelanda incluirá granjas de animales en el sistema ETS para la reducción de emisiones de CO2 para 2025.
  • España aumentó los aranceles del IVA sobre la carne en 2012 al 10% y redujo los aranceles sobre verduras y frutas al 4%.
  • Alemania probablemente gravará la carne y los lácteos (aumento del IVA o un impuesto al consumidor por kg) después de 2021;  los dos grupos políticos más grandes (Union & Greens) incluyeron la propuesta de impuesto al bienestar animal de la Comisión Borchert en sus programas electorales).
  • El gobierno holandés está considerando un impuesto al consumidor para la carne por los costes medioambientales por kg (2-4,7 euros/kg de carne).
  • La Comisión de la UE incluirá los costos ambientales en los precios e impuestos de los alimentos (estrategia Farm2Fork). Esta misma Comisión prometió presentar un estudio para implementar el principio de quien contamina paga en la agricultura para las emisiones de GEI.
  • Se estima que un impuesto sobre la carne en 28 países de la UE reducirá las emisiones de GEI en Europa en un 3% (120 Mton CO2 eq/año): Informe sobre la tasa de sostenibilidad de la carne, presentado en el Parlamento de la UE el 5 de febrero de 2020 [10]. Los impuestos al carbono sobre los alimentos son eficaces [11].